Cabañas, masías y cortijos: tres tipos de casas de campo para disfrutar todo el año
Cabañas, masías y cortijos son tres fotografías del pasado de atmósferas rurales bien definidas, tres postales de paisajes bucólicos inmersos en la naturaleza, tres tipos de casas de campo a las que todos, tarde o temprano, quisiéramos escapar para cargar las pilas.
¿Cuál es el secreto de estas viviendas, que desafían cada día el paso del tiempo y se han transformado, en muchos casos en encantadores complejos turísticos y moradas fascinantes, a tal punto de ser el objeto de deseo de muchas personas?
La respuesta se encuentra en la conexión entre naturaleza y obra del hombre.
La cabaña, icono de la campiña inglesa (entre otras)
La cabaña es la vivienda inglesa típica de campo. Elemento característico del paisaje anglosajón y parte del escandinavo y alpino, puede ser de piedra o de madera. Generalmente está rodeada por un predio de tierra, en origen funcional al campesino habitante de la misma y luego, modificado en patio-jardín.
La palabra cottage, de hecho, deriva de cotter, es decir, mediero. Desde la Edad Media, la cabaña comprendía algunas propiedades típicamente agrícolas, como el granero y el establo, y un patio vallado. En los siglos siguientes se construyeron cabañas también para otros tipos de trabajadores, de esta manera se transformó en una estructura de vivienda independiente muy difundida en diferentes países europeos y americanos.
Cientos de cabañas en todo el mundo han sido transformadas en casas de vacaciones o estructuras turísticas, que de esta manera pueden emerger y asemejarse a las atmósferas de otros tiempos, pero con todas las comodidades actuales.
Las reestructuraciones de antiguas cabañas, de acuerdo con la voluntad de preservar la autenticidad histórica, se realizan recuperando todos los materiales característicos de estas estructuras que se habían abandonado con el paso del tiempo, como largueros, montantes y viguetas de madera.
También en el interior, a menudo objeto de una restauración para la conservación que incluye los suelos (esenciales para la autenticidad del edificio), las paredes y, a veces, los complementos de decoración más escenográficos (hogares, grandes mesas de madera, lavabo de piedra, etc.), el jardín circundante se transforma en un elemento de valor de la cabaña, casi un certificado de reconocimiento.
Naturalmente la elección de las esencias y de los complementos debe ser acorde a la zona. En Gran Bretaña una cabaña estará sumergida en un exuberante jardín inglés, que se esfuma delicadamente en el paisaje de la húmeda campiña británica, mientras que en otras latitudes prevalecerán diferentes tipos de naturaleza.
Las masías del sur, de alcázares rurales a moradas fascinantes
La masseria (masía) es un conglomerado de edificios rurales, vinculado con la economía del latifundio, que surge entre 1500 y 1600 y típica de Italia meridional y de otros países mediterráneos (paradores en España, relais y chateaux en Francia) o de América Latina (haciendas).
El término deriva de las “masserizie” (implementos agrícolas, muebles, complementos, depósitos de alimentos) que en el pasado se conservaban dentro de grandes edificios de piedra donde vivían los emprendedores agrícolas, pastores, campesinos y maestranza.
Algunas masías de propiedad de familias nobles, estaban rodeadas por muros de defensa y constituían pequeños alcázares autosuficientes donde podías vivir incluso varios núcleos familiares.
La estructura arquitectónica de la masía repropone el esquema habitual de la casa colonial con área agrícola de estilo mediterráneo: un único espacio central, destinado a patio y era, al que dan construcciones de viviendas o edificios para depósito de implementos y refugio para los animales.
A partir de los años noventa del siglo pasado se difundió la recuperación de estos edificios antiguos, a menudo abandonados y en ruinas, para reconvertirlos en turismo rural y b&b. Esta actividad también permite preservar y evitar la pérdida del ingente patrimonio de tradiciones que representan estos monumentos.
Aquí el proyecto de un jardín exige una atención particular sobre todo en relación con el abastecimiento de agua. Se recomiendan las especies botánicas que se adaptan al clima seco, esencias autóctonas y plantas crasas, bulbosas o suculentas.
El cortijo, aislado y feliz
El cortijo se aparta de las definiciones arquitectónicas más inequívocas y, al contrario de la cabaña y de la masía, no está vinculado a un área geográfica particular, sino que tiene una característica determinante que lo identifica: se erige siempre en posición aislada, en el campo, en las colinas o en las montañas. No se debe confundir con la cascina (establo con una pequeña construcción anexa para la elaboración de mantequilla y queso) sino que es muy similar al cascinale (conglomerado de edificios rústicos aislados), particularmente difundido en el territorio toscano.
Igual que las cabañas y las masías, los cortijos frecuentemente están inmersos en paisajes encantadores e imponentes, donde el tiempo parece detenerse.
La fama de estos edificios agrestes ha aumentado excesivamente en las últimas tres décadas cuando algunos famosos han elegido un cortijo reestructurado para el buen retiro personal.
Un valor estimable en común: el jardín
Cabañas, masías y cortijos tienen en común, en el imaginario colectivo la relación estrecha con el ambiente circundante. La regla esencial para el mantenimiento y la creación de un espacio verde es el respeto del paisaje y de la naturaleza circundante. Por este motivo, se recomiendan siempre las especies autóctonas, las plantas y las esencias del lugar que se adaptan perfectamente a las condiciones climáticas de la zona.
Un buen paisajista o diseñador de jardines intentará evocar las atmósferas de la época, sin renunciar a las comodidades del siglo XXI.
El jardín que rodea las cabañas, las masías y los cortijos se transforma en parte integrante y debe acompañar los ritmos que sugiere la naturaleza. Por tanto, se debe proyectar un área de relax con sombra, destinada al descanso, a la lectura y a la distracción, a través de una pérgola o un cenador que no desvirtúen la arquitectura del edificio. De esta manera, mediante la valorización de los espacios exteriores, se amplían las potencialidades del jardín.
La nueva zona para vivir concebida de esta manera se puede revestir de plantas trepadoras, para un efecto de unión aún más agradable y natural.
Vivir al aire libre presenta beneficios que no se deben ignorar. Disfrutar la naturaleza todo el año, es posible. Se requiere valentía, es verdad, pero lejos de las metrópolis, sobreviven miles de edificios rurales. Y uno de estos, quizás, te está esperando precisamente a ti…